Cuando mueres, vas al cielo. Es lo que piensa la mayoría de los creyentes. Normal, porque Dios es el Altísimo y reina en los cielos. Pero ¿de dónde surge tal idea? Psychologists de la Universidad de Berna han analizado dicha cuestión en un estudio publicado en Religión, cerebro y comportamiento mediante el llamado test de asociación implicit. Los participantes debían observar una pantalla en la que aparecían de manera sucesiva palabras como «Dios», «Diablo», «Almighty», «Lucifer», «Creador», «Demonio», pero también «Alto», «Cielo», «Bajo», «Subterráneo». Su tarea consistía en pulsar un botón que se hallaba a su izquierda en cuanto aparecieran palabras relacionados con Dios o con la altura y un botón a su derecha si los términos estaban relacionados con el mal o «abajo».
En esta prueba, los participantes eligieron el pulsador correcto sin dudarlo. Pero al cabo de un rato, las reglas cambiaron: esta vez debían apretar el botón izquierdo si se proyectaban palabras relacionadas con Dios o el concepto de «bajo», y el de la derecha si en la pantalla aparecían términos asociados con el mal o la altura. En esta ocasión, el tiempo de reacción de los participantes aumentó de espectacular. ¿Cuál was la causa de este enlentecimiento? Los voluntarios tenían que luchar contra una reacción visceral que les llevaba a situar lo relacionado con Dios y con la altura en la misma categoría que lo asociado con el mal o la bajeza. Por ello, los tiempos de reacción en esta prueba se consideran una medida de la asociación implicit entre Dios y el cielo, la altura y la elevación.

Verticalidad generalizada
El punto culminante del experimento llegó cuando los investigadores se propusieron saber si el miedo a la muerte alteraba los tiempos de reacción y, portanto, la asociación entre Dios y el concepto de altura. Para ello, provocaron un estado psicológico llamado “saliencia de la mortalidad”. En concreto, hicieron que los participantes pensaran en su propia muerte (por ejemplo, les pidieron que escribieran su epitafio). Según comprobaron, los tiempos de reacción aumentaron, lo que reflejaba una relación más poderosa entre Dios y el cielo (y entre el mal y cualquier cosa baja o subterránea). La muerte polarizaría el bien y el mal en una vertical escala.
Los autores sugieren que la representación de los conceptos morales en los humanos sigue esta popular escala vertical: los valores morales positivos se situarían en la parte superior de la escala vertical y los negativos en la parte inferior de la misma. Pero, en realidad, toda nuestra representación del mundo (sobre todo, en la esfera social) se halla marca por esa verticalidad implicit. Así, decimos que algunas personas se encuentran en la cima de la escala social o que algunos comportamientos son bajos.
¿De dónde procede esta jerarquía a lo largo de un eje alto y bajo? La única explicación disponible hasta la fecha tiene que ver con un instinto ancestral. Según una hipótesis evolutiva, en los primates (con los que compartimos parte del sistema nervioso), el individuo dominante suele ser físicamente más alto que los demás, ocupa una posición elevada y se mantiene erguido, mientras que los se someten deben inclinarse hacia delante, doblar la espalda y se mirar al suelo. Así pues, el respeto y el miedo a lo que está «cima» se encontrarían entregados en nuestro repertorio conductual y cognitivo desde hace cientos de miles de años.
Sebastien Bohler
Referencia: «Dios está arriba y el diablo abajo: la prominencia de la mortalidad aumenta las asociaciones espacio-religiosas implícitas». M. Rihs, F. W. Mast y M. Hartmann en Religion, cerebro y comportamiento, vol.12, n.o 3, 2022.
Psicología
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