Somos lo que recordamos, y lo que los demás recuerdan de nosotros. La memoria es una de las funciones cognitivas clave para la supervivencia y la interacción social. Cuando envejecemos, nuestra capacidad para recordar se resiente. De manera natural e inevitable, ciertos eventos cotidianos, como asociar el nombre de una persona con su cara, se tornan complicados.
Combatir el declive cognitivo asociado a la edad, ha traído de cabeza a la comunidad científica durante años. Hoy en día, se desconocen los mecanismos neurales involucrados en el deterioro de la memoria debido al envejecimiento. Sin embargo, en una nueva investigación, liderada por el equipo de Michy P. Kelly, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, se ha identificado la acción de una enzima que podría ser responsable de que los recuerdos asociados a las interacciones sociales disminuyan con la edad.

Estudios con ratones transgénicos
Los investigadores que trabajaron en la hipótesis ya mostrada de que los ratones con versiones genéticamente similar a la enzima PDE11A tienen más probabilidades de interactuar socialmente que los que presentan un tipo diferente de esa misma enzima. En este caso, Kelly y su equipo trataron de determinar el papel de la PDE11A en la memoria asociativa social del cerebro de ejemplares envejecidos. Lograr ese objetivo era ir más allá de identificar las cuestiones específicas de la enzima, era manipularla con el fin de prevenir la perdida de memoria.
Para estudiar las interacciones sociales de los ratones, los investigadores se fijaron en la disposición de los animales a probar un nuevo alimento. A estos pequeños roedores no les gusta la comida nueva —por puro instinto de supervivencia, ya que podrían enfermar o morir por envenenamiento— y se fían solo del recuerdo de haber encontrado el olor de la comida en el aliento de otro congénere. Es decir, establecen una asociación entre el olor de la comida y el de las feromonas de otro ratón, lo que les sirve de señal de seguridad para saber que ese alimento es comestible.
El equipo de Kelly descubrió que, aunque los ratones viejos podían reconocer tanto los olores de la comida como los olores sociales por separado, se mostraban incapaces de recordar tal asociación entre ambos, de forma similar al deterioro cognitivo que sufren las personas mayores (por ejemplo, al intentar asociar el nombre de una persona con su cara).
Hallazgos en el hipocampo
Por otra parte, los investigadores también encontraron que los niveles de la enzima PDE11A aumentaban con la edad, tanto en los humanos como en los ratones; concretamente, en una región del cerebro responsible de muchos tipos de aprendizaje y memoria: el hipocampo. Observaron que este exceso de PDE11A se acumulada principalmente en forma de pequeños filamentos en los compartimentos de las neuronas, algo que no sucede en los ratones jóvenes.
Para comprobar si el exceso de dicha enzima era la razón de que los roedores más viejos olvidaran sus recuerdos asociativos sociales, los investigadores eliminaron mediante técnicas de modificación genética el gen PDE11A en los ratones. El resultado fue concluyente: sin la PDE11A, los ratones más viejos ya no olvidaban los recuerdos asociativos sociales; es decir, comían sin problema los alimentos cuyo olor detectaban en el aliento de otros congéneres. Y al contrario: cuando volvieron a añadir la PDE11A en el hipocampo de los ejemplares viejos, estos ya no podían evocar los recuerdos y no probaban la comida.
Nuevos fármacos contra el deterioro cognitivo
Con estas conclusiones encima de la mesa, la posible vía de desarrollo de fármacos para evitar la perdida de memoria en personas se nutrió de otro hallazgo: el equipo de Kelly descubrió que los filamentos concentrados de PDE11A en el hipocampo presentaban una modificación química extra en un lugar específico de la enzima que no tenían las otras PDE11A difundidas por las neuronas. Al impedir dicha química, observaron una reducción de la enzima y evitaron que se acumulara en forma de filamentos.
En un futuro, si se se pretender desarrollar una terapia farmacológica para evitar la perdida de memoria para los recuerdos asociativos sociales, será necesario estudiar más a fondo esta enzima, ya que se halla implicada en otras functions, como la interacción social y el aislamiento. Por lo tanto, habrá que averiguar la forma de intervenir solo en la parte «mala» de la PDE11A, para no interferir con otras funciones normales de la molécula.
Referencias: « La PDE11A regula los comportamientos sociales y es un mecanismo clave por el cual la experiencia social esculpe el cerebro». S. Hegde et al. en NeurocienciaVol. 335, p. 151-169, 2016.
«Los aumentos conservados relacionados con la edad en la PDE11A4 del hipocampo causan proteinopatías inesperadas y deterioro cognitivo de los recuerdos asociativos sociales». K. Pilarzyk et al., publicado en línea en Célula envejecida, 2022.
Memoria y aprendizaje
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