Aparentemente, los sonidos suaves son menos adecuados para una maldición grosera. Cierto grupo de sonidos aparecen con menos frecuencia en las palabrotas, según una serie de estudios publicados en la revista Boletín y revisión psiconómica. Esto sugiere que estos sonidos son menos vulgares y ofensivos, escriben Shiri Lev-Ari y Ryan McKay de la Universidad de Londres.
En un estudio piloto, la psicóloga y su colega primero buscaron patrones en las palabrotas. Para ello, recogieron expresiones vulgares en cinco idiomas muy diferentes: hebreo, hindi, húngaro, coreano y ruso. Los hablantes nativos y los expertos los han reducido a las palabrotas más comunes y crudas. Quedaban más de 100 palabras. Luego compararon su estructura fonética con la estructura fonética del vocabulario básico del idioma respectivo.
De hecho, un grupo de sonidos aparece relativamente poco en las groserías: los “aproxima”. Son sonidos como “l”, “r”, “w” y “j”, en los que el aire sale suave y uniformemente por el centro de la cavidad bucal, a diferencia, por ejemplo, de fricativas como la “f”, en el cual el aire debe pasar a través de un punto estrecho en la boca. Por lo tanto, este último parecería más ofensivo que los aproximados, en los que el aire sale de la boca más suavemente, supusieron Lev-Ari y McKay.

Probaron esta hipótesis. Para esto inventaron 80 pares de palabras los cuales se diferenciaron en un solo sonido y los presentaron a más de 200 personas de distintas lenguas maternas: alemán, árabe, chino, español, finlandés y francés. Se pidió a los sujetos que calificaran cuál de las dos palabras inventadas era más probable que fuera una palabrota, como “solo” o “sotsa”. Las palabras con aproximaciones como “sola” solo se consideraron palabrotas en un buen tercio de los casos, palabras sin aproximaciones como “sotsa” en casi dos tercios de los casos.
Las aproximaciones hacen que las blasfemias sean más inofensivas
En el tercer subestudio, Lev-Ari y McKay analizaron los cambios de sonido de las variantes más inocuas de 24 maldiciones originalmente más drásticas, por ejemplo, “maldición” al “maldito” original o “carajo” a “joder”. Las aproximaciones eran más comunes en las variantes inocuas que en los originales en bruto. Los psicólogos sospechan que esta es también la razón por la que las maldiciones parecían menos ofensivas: se asociaban simbólicamente con la calma y la comodidad, e incluso podían ayudar a calmar una situación tensa. Sin embargo, ambos advierten contra la creencia de que puedes apagar por completo una expresión vulgar con aproximaciones y usarla sin cuidado.
Las maldiciones suenan vulgares no solo porque se refieren a tabúes como el sexo y las heces, sino también por su sonido, concluyen Lev-Ari y McKay. Es cierto que en algunos idiomas, como el francés, hay muchas palabrotas vulgares que contienen aproximaciones. Sin embargo, los sujetos de habla francesa también eran más propensos a considerar las pseudopalabras sin aproximaciones como palabrotas. La asociación sería por tanto universal e independiente de la lengua de cada uno: sería un “modelo universal” de palabrotas.
Christiane Gelitz
Referencia: “El sonido de las palabrotas: ¿Existen patrones universales en las blasfemias?“. S. Lev-Ari y R. McKay Boletín y revisión psiconómicapublicado el 6 de diciembre de 2022.
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